domingo, 16 de marzo de 2008

Palau y Macri un sólo corazón

En la cena convocada por la Asociación Luis Palau, en las 150 mesas había una pequeña Biblia para cada uno de los comensales. El prólogo de "Luz para hoy, Nuevo Testamento en lenguaje actual", lleva la firma del Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio. En las mesas hubo gente de negocios, y también, varios políticos. Una de ellas, frente al palco de Palau, reunió al diputado nacional del PRO, Federico Pinedo, al legislador porteño, también del PRO, Oscar Moscariello, y al líder de Recrear, Ricardo López Murphy. El ex candidato presidencial siguió atento las palabras de Palau, aunque se mantuvo serio, sin festejar las salidas humorísticas del predicador. Al lado, en otra mesa, estuvo el diputado nacional y aliado macrista, Francisco de Narváez. "Soy católico pero conozco la tarea de los evangélicos, sobre todo en las cárceles", comentó a Clarín. Más allá pudo verse a las diputadas nacionales del PRO, Paula Bertol y Cynthia Hotton (evangélica); y en otra mesa, a los legisladores porteños, Diego Santilli (PRO), Sergio Abrevaya (Coalición Cívica), y el kirchnerista Sebastián Gramajo.

Junto a Palau, se sentó el jefe de Gobierno, Mauricio Macri. No le es difícil al predicador llegar a los máximos sitios del poder político. Por la mañana había sido recibido por el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos. Años atrás, se entrevistó con Eduardo Duhalde, siendo éste presidente. En la cena mencionó un encuentro con Bill Clinton, en la Casa Blanca. También visitó a George Bush. Macri habló unos minutos y destacó "el mensaje positivo" de Palau. Luego se disculpó por tener que retirarse. "En Washington, los políticos tienen tres cenas cada noche. Están 15 minutos en cada una y se van. Por eso deben tener esas caras tristes", dijo Palau.

Recordemos quien es Palau, muy jovial a sus 73 años, nació en Ingeniero Maschwitz, al norte del gran Buenos Aires. Casado, con cuatro hijos y diez nietos, vive en Portland, Estados Unidos. Tiene escritos 41 libros. Según su organización, sus prédicas llegaron a 800 millones de personas, en 112 países, a través de sus programas de radio y televisión.

Cuando hay un violador en el barrio y llamamos a la policía y la policía viene y le pega, no decimos ‘uh, pobre violador, cómo le pegan’. Por el contrario, nos alegramos de que la policía actúe. Bueno, yo veo la intervención norteamericana en Irak desde ese punto de vista, desde el punto de vista de la seguridad”. En enero de 2004, Luis Palau le dijo estas palabras a Fernando Carnota en la mañana de radio Mitre. Y no era la primera vez que este predicador estelar le daba oxígeno a la violencia de Estado amparada en las derechas militares.

Ya en una nota de la revista Time del 7 de noviembre de 1977, bajo el título “Palau Power in Latin America”, el señor que ahora sonríe desde los afiches en las calles de Buenos Aires sostenía que la única ideología que podía detener al marxismo en la región era el cristianismo evangélico. Debió ser esa idea la que lo había llevado, en 1974, a darse la mano con Hugo Banzer, el dictador más feroz en la historia de Bolivia, y a repartir juntos un millón de ejemplares del Nuevo Testamento con la banderita tricolor en la solapa. El plan era cristianizar a los bolivianos, y Banzer y Palau hicieron equipo. Por esos días, Banzer dejó para la historia de la retórica latinoamericana una frase de colección: “Dios es nacionalista”, dijo. Supongo que Palau estaba allí para certificarlo.

Más alla de que corte la 9 de julio un viernes a las 18 de la tarde (y lo que conlleva esto, según macri los piqueteros que cortan la calle no dejan libertad de circulaciòn al resto pero este tipo sí?), es trágico que sigamos apoyando tales eventos dictatoriales.

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